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14 sept 2021

Lorenza y la Revolución

Lorenza y la Revolución

La historia está llena de innumerables ejemplos de gobiernos o gobernantes que perdieron, a veces de manera literal, su cabeza, cuando los pueblos decidieron poner un freno a su arrogancia o devenir ilegítimo del gobierno.

El presidente de la República, Guillermo Lasso, en una reciente entrevista (1/sept.) señaló que en su última campaña electoral conoció a Lorenza, (aunque al parecer, es una amiga imaginaria que ha sido mencionada por Lasso en otras ocasiones) e indicó que esa persona ganaba 20 dólares al mes, y que cualquier valor superior a eso es bastante, a más de esta inaudita declaración, Lasso se olvidó de su oferta de campaña de elevar el salario básico a USD 500 dólares. Como diría su ex aliado electoral Jaime Nebot (líder del PSC), vamos conociendo “al verdadero Guillermo”. 

 
La derecha política por lo general, suele atribuir la idea de revolución a la izquierda política, pero la realidad histórica es que a partir de las guerras civiles inglesas entre 1642 y 1651, el mundo va entrando en una época de revolución política. En enero de 1649, el rey Carlos I fue ejecutado y el Parlamento se convirtió en el poder supremo en Inglaterra y gobernó a través de su general, Oliver Cromwell (1599-1658). De ese proceso histórico surge un pensador, John Locke (1632-1704) que relaciona tres grandes ideas: propiedad, gobierno y revolución. Locke plantea que el gobierno existe, debido a la propiedad, si no existiera la propiedad, entonces no sería necesario un gobierno que la proteja, el gobierno es necesario para proteger la propiedad a través de toda la maquinaria del estado: leyes, jueces, policías, militares. Pero para Locke la cuestión básica es si esa propiedad es legítima. La palabra legítima tiene fuertes connotaciones, pero Locke la relaciona con los derechos, ya que lo legítimo puede caer en lo abstracto, pero los derechos no. Los seres humanos dice, están dispuestos a luchar y morir por sus derechos. 

 
Para Locke sí existía un derecho de propiedad, pero dentro de lo razonable, esta idea radical hibernó durante más de un siglo. Si la propiedad es legítima, el gobierno es legítimo, y el gobierno es una institución para salvaguardar y proteger derechos. ¿Cuándo era legítimo un gobierno? Cuando gobernaba por el bien de sus gobernados y no en provecho propio. ¿Pueden los gobernados retirar su consentimiento a los gobernantes? Sí, dijo Locke. La revolución es legítima cuando el gobernante, “sea cual sea su título, no hace leyes sino su voluntad, y sus órdenes y acciones no están orientadas a las propiedades de su pueblo sino a la satisfacción de sus propias ambiciones, a la venganza, a la codicia o a cualquier otra pasión irregular”1.  

Igual que la usurpación es el ejercicio de un poder sobre el que otro tenía derecho, la tiranía es el ejercicio del poder más allá del derecho, a lo que nadie puede tener derecho. 

Es un error creer que este defecto es propio sólo de las monarquías. Otras formas de gobierno también son susceptibles de él. 

Allí donde acaba la ley, empieza la tiranía, si la transgresión de la ley perjudica a un tercero. 

¿Es posible, entonces, oponerse a las órdenes de un príncipe? A esto respondo: es forzoso no oponerse a nada excepto a la fuerza injusta e ilegal. 

Se formulará una pregunta muy común: ¿Quién debe juzgar si el príncipe o el legislativo actúan en contra de la confianza depositada en ellos? A esto respondo: ¡El pueblo debe juzgarlo!2 

Para Locke el derecho a gobernar reside en los gobernados y no en el gobernante. 

Esta idea revolucionaria de Locke, no ha erradicado el uso del poder en beneficio de unos pocos, pero gradualmente, por los procesos políticos y sociales del mundo, se ha ido plasmando en las constituciones de los países los derechos, sean estos políticos, sociales, económicos, culturales y ahora ecológicos, haciendo cada vez más difícil el gobierno tiránico. 
 
En la Declaración de Independencia de los EEUU, Thomas Jefferson (1743-1846), uno de sus principales inspiradores, se llega a señalar que todos los hombres no sólo son creados iguales sino que también están dotados de derechos que son –inalienables-, es decir, que nadie, por más poder que tenga, puede ignorarlos o pisotearlos. Entre los derechos que destacó Jefferson, estaba el derecho a la felicidad. 
 
Pero James Madison (1751-1836), sucesor de Jefferson, aportó con una idea radical. A más de señalar, por ejemplo, que la propiedad en su aplicación concreta se refiere al dominio que un hombre ejerce sobra las cosas externas del mundo, como la cuenta bancaria, -a propósito, recordemos que a miles de ecuatorianos se les usurpó su cuenta bancaria a través del –feriado bancario- donde Lasso tuvo algo que ver-, Madison señaló que el hombre es propietario de sus derechos, y ratifica lo que Locke ya había escrito, hay un gobierno justo cuando garantiza imparcialmente nuestra posesión más preciada, nuestros derechos. 

En agosto de 1789, los jacobinos promulgaron una Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, misma que fue más allá de lo que había alcanzado la Declaración de Derechos de EEUU. 

El método del conocimiento científico fue una invención del siglo XVII, de por medio hubo varios procesos históricos y político-militares, como el conocido Renacimiento que fue en gran parte un re-descubrimiento del pensamiento griego y de Oriente. Ya en el marco de la modernidad, muchos analistas o historiadores coinciden en que hubo tres grandes pensadores que aportaron de manera fundamental para que la sociedad humana vaya dejando atrás de a poco el oscurantismo, estos son: Charles Darwin, en el campo del mundo natural; Sigmund Freud, en el campo del mundo subjetivo (descubridor del inconsciente); y, Carlos Marx, en el campo de las ciencias sociales; en gran parte, gracias a Marx la historia es básicamente historia económica, es decir, cualquier historia científica debe considerar los hechos económicos. Sin embargo, la influencia de Marx en la filosofía es indudable.  

Después de dos siglos de desarrollo del pensamiento económico, cualquier estudiante aplicado, sabe que toda política económica tiene beneficiarios concretos, es decir, se puede gobernar para las mayorías, y por tanto, fortalecer su capacidad de ejercer sus derechos, o simplemente, favorecer la codicia de unos pocos y de paso hipotecar al Estado-Nación. 

La historia está llena de innumerables ejemplos de gobiernos o gobernantes que perdieron, a veces de manera literal, su cabeza, cuando los pueblos decidieron poner un freno a su arrogancia o devenir ilegítimo del gobierno. También hay varios ejemplos de procesos de carácter geopolítico que se implementaron para frenar o prevenir la aparición de proyectos políticos más radicales, como el implementado Estado de Bienestar en Europa, para contrarrestar la influencia de la Unión Soviética, en su momento. En fin, la historia nos ha dejado experiencias muy ricas y lecciones, que es imposible abordar en el espacio de un artículo. 

Hoy el mundo está atravesando interesantes transformaciones geopolíticas, aunque los que tienen bajo su control los medios de la pos verdad, es decir, de la manipulación y desinformación, no lo quieran mencionar de manera clara y contundente, China ya es la principal potencia económica, y EEUU ya no es una súper potencia, simplemente una potencia, todavía. Muchos gobernantes latinoamericanos con alma de vasallos, no caen en cuenta de aquello o simplemente tienen cero comprensión geopolítica. Por lo tanto, son un obstáculo para el desarrollo de nuestra región y sus pueblos. 

Con su increíble confesión, Lasso ha dado un paso hacia la ilegitimidad de su gobierno, en el sentido que aquí hemos expuesto, sin embargo, Lasso no hace más que mostrar su verdadera naturaleza, y esta se reflejará en los próximos hechos de su gobierno.  
 
Ojala Lorenza realmente exista, y tener la suerte de preguntarle si puede vivir con veinte dólares al mes. Seguramente nos diría que imposible, por lo tanto, se aprestaría a luchar por sus derechos. 

 FUENTE: https://www.alainet.org/es/articulo/213807

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